El Xantolo, una de las festividades más emblemáticas de la Huasteca hidalguense, es mucho más que una celebración en honor a los difuntos. Enraizada profundamente en la cosmovisión náhuatl y teenek, esta tradición prehispánica marca un reencuentro sagrado entre los vivos y los muertos, donde las almas de los seres queridos regresan al plano terrenal para convivir con sus familiares. Este vínculo entre generaciones refleja una visión de la muerte como parte natural del ciclo de la vida, un aspecto fundamental para los pueblos originarios de la región.
Los Preparativos y la Ofrenda Sagrada
Desde finales de junio, los preparativos comienzan en las comunidades de la Huasteca, con la siembra de flores de cempasúchil que adornarán los altares de muertos. El 30 de octubre, conocido como el «Día de las Flores», marca el inicio de la festividad. Las familias instalan altares en sus hogares, decorados con manteles bordados, arcos de caña de azúcar y una variedad de ofrendas que incluyen frutas de temporada como naranjas, guayabas, manzanas y cacahuates, así como platillos típicos que en vida disfrutaban los difuntos.
El altar es un espacio sagrado y significativo. Cada elemento, desde las veladoras hasta las imágenes religiosas, tiene un simbolismo profundo que busca guiar a las almas en su retorno a casa. Las campanas y el aroma del copal llenan el ambiente mientras las familias se preparan para recibir a sus seres queridos con comida, música y danzas tradicionales.
La Llegada de las Almas: Del 31 de Octubre al 2 de Noviembre
El 31 de octubre está dedicado a los niños que fallecieron. Las familias colocan en los altares dulces, juguetes y tamales de ajonjolí, creando un camino de flores de cempasúchil para guiar a los pequeños difuntos hasta el hogar. La celebración continúa el 1 de noviembre, día en que las almas de los adultos regresan. Las velas encendidas desde la mañana iluminan el camino hacia el altar, mientras los aromas del chocolate, el pan de muerto y los tamales llenan las casas, invitando a los difuntos a compartir una última comida.
El 2 de noviembre, día de los fieles difuntos, la festividad se traslada a los cementerios. Las tumbas son adornadas con flores, terciopelo y veladoras, y las familias se reúnen para honrar a sus difuntos con misas y ofrendas. Durante esta jornada, es común que tríos huastecos interpreten música tradicional en los panteones, acompañando el reencuentro con los seres que ya partieron.
La Danza Xantolo: Un Baile entre Vivos y Muertos
Uno de los momentos más esperados del Xantolo es la danza, una expresión cultural que fusiona elementos indígenas y mestizos. Los hombres se disfrazan con máscaras que representan calaveras, diablos y otros personajes, mientras las bandas de viento, flautas y guitarras acompañan los pasos de baile. A través de estas danzas, se evoca el ciclo de la vida y la muerte, con un respeto profundo hacia los difuntos.
Las máscaras, con sus elaboradas decoraciones, no son simples accesorios; representan la conexión entre los vivos y los muertos. El diablo simboliza las tentaciones y los desafíos de la vida, mientras que la figura esquelética de la muerte recuerda la fragilidad humana. Otros personajes, como la mujer embarazada y el vaquero, simbolizan la continuidad de la vida y el cuidado espiritual de las almas.
Una Tradición Viva que Trasciende Tiempos
El Xantolo no solo es un homenaje a los ancestros, sino una fiesta que une a las comunidades, que sigue viva en cada rincón de la Huasteca hidalguense. El destape de los viejitos, el 2 de noviembre por la noche, marca el final de las festividades, cuando las máscaras caen y las identidades ocultas se revelan, poniendo fin a la «Fiesta de las Ánimas» hasta el siguiente año.
Esta celebración es un recordatorio de la conexión intrínseca entre vida y muerte, una tradición que ha perdurado a través de los siglos, transmitiéndose de generación en generación, y que continúa siendo un pilar cultural en la Huasteca hidalguense.